Como un tren que arranca firme desde la estación y parece no detenerse, Atlanta encaró la temporada con la ilusión de ser protagonista. Su marcha, sin embargo, tuvo momentos de velocidad constante y otros de cierta ralentización que lo mantienen expectante, siempre al acecho de Deportivo Madryn. El domingo, en La Ciudadela, San Martín intentará frenar ese convoy, consciente de que necesita recuperar la senda de la victoria después de dos tropiezos que lo alejaron de los puestos altos del Reducido.

La historia de Atlanta en este torneo comenzó con un objetivo claro: consolidar un proyecto que ya venía con bases del año pasado. Sin grandes cambios en la estructura, el “Bohemio” apostó por mantener la columna vertebral que le dio buenos resultados en 2024, con futbolistas de experiencia en la categoría como Nicolás Previtali y Federico Bisanz. Esa continuidad, sumada a la llegada de refuerzos como Lautaro Fedele, Jorge Valdez Chamorro, Caín Fara y Lucas Ambrogio, permitió que el arranque no tuviera sobresaltos y que, desde las primeras jornadas, el equipo se ubicara en la pelea por los lugares de privilegio. El paso del tiempo confirmó que el plan de sostener lo conocido fue una decisión acertada: Atlanta se mantuvo siempre en los primeros lugares y nunca dio señales de derrumbe.

A medida que transcurrieron las fechas, los números fueron respaldando esa sensación. Con 30 jugados, Atlanta acumula 51 puntos, producto de 13 victorias, 12 empates y apenas cinco derrotas. La estadística más llamativa es la solidez defensiva: solo recibió 19 goles en todo el torneo, un registro que lo ubica entre los equipos más ordenados de la categoría. El promedio de menos de un gol en contra por partido es elocuente y explica gran parte de su ubicación actual en la tabla.

También se sostiene en la localía: en el estadio León Kolbowski, el “Bohemio” casi no deja escapar puntos. De hecho, en casa ganó 11, empató tres y perdió apenas uno. Esa fortaleza en Villa Crespo lo convirtió en un rival casi inexpugnable para quienes lo visitan.

Pero la cronología de la campaña también revela las primeras grietas. Cuando le tocó salir del confort de su estadio, Atlanta bajó su nivel.

De visitante ganó solo dos partidos en el torneo, empató nueve y perdió cuatro. Lo más alarmante es que en sus últimos seis compromisos fuera de casa apenas convirtió un gol. Esa anemia ofensiva en suelo ajeno se repite como patrón y es una de las principales debilidades que San Martín debe tener en cuenta.

Allí se esconde una de las claves: aprovechar que el “Bohemio” se siente incómodo cuando no controla el contexto.

El último capítulo antes de viajar a Tucumán fue alentador en el resultado, pero dejó una herida en el plantel. Atlanta venció 1-0 a Güemes de Santiago del Estero, aunque terminó con diez jugadores por la insólita expulsión de Ambrogio, uno de sus mediocampistas más dinámicos. Esa baja obligará a Luis García a introducir modificaciones en el “11” titular mañana. Perder a un futbolista de despliegue y conducción altera el equilibrio que venía mostrando el equipo en la mitad de la cancha. Así, además de lidiar con el duro desafío en La Ciudadela, el entrenador “bohemio” deberá reacomodar piezas para no resentir el circuito de juego.

Un rival que creció, pero con cuentas pendientes

Si se compara con la temporada pasada, Atlanta muestra una clara evolución. Hace un año, su inicio había sido errático y sus números defensivos estaban lejos de los actuales. Ahora consiguió regularidad, aprendió a cerrar partidos y se convirtió en un equipo difícil de doblegar.

No obstante, los refuerzos de mitad de año no cambiaron demasiado la ecuación. El plantel se reforzó con piezas puntuales, sin figuras rutilantes, y sigue confiando en la base que ya venía trabajando. Esa estabilidad le da oficio, pero también cierta previsibilidad que rivales como San Martín pueden explotar si logran presionarlo desde el arranque.

La campaña del “Bohemio” hasta aquí es la de un conjunto sólido, paciente y resistente. Sabe jugar con el resultado, administra la pelota y se defiende con criterio. Pero también la de un equipo que sufre cuando lo atacan con intensidad y que carece de variantes ofensivas profundas cuando debe salir a buscar los partidos fuera de casa. Esa dualidad lo mantiene en el segundo puesto, pero lo obliga a no descuidarse: un par de tropiezos podrían sacarlo de la pelea por los lugares de privilegio.

Para San Martín, la cita del domingo en La Ciudadela es determinante. El conjunto de Mariano Campodónico llega herido por dos derrotas consecutivas y sabe que no tiene margen de error si quiere seguir aspirando a los primeros puestos del Reducido. El rival que tendrá enfrente es nada menos que el escolta del líder, con números que imponen respeto, pero también con falencias que invitan a pensar en una noche posible. La presión alta, la intensidad en el mediocampo y la eficacia en las áreas serán las llaves para aprovechar las debilidades del “Bohemio” y cambiar el rumbo de la campaña. En ese duelo de realidades cruzadas, el reloj que parece funcionar a la perfección puede atrasarse, y San Martín necesita estar ahí para capitalizarlo.